Habrá que fingir ante los demás, andarse con mentiras; jugar a ser alguien más: pordiosero, tonto, excéntrico. Habrá que hacer un enorme acto del vivir

sábado, julio 14, 2007


Se me incendiaron las manos

y de los ojos una bandada de pájaros me saltó.







Detrás quedaron los inocentes preocupados,

una bola de recuerdos, sin sentido…

se me incendió la maternidad,

y en los genitales un triste canto muere.



Se me extravió la noción

la conciencia,

la distancia

y el andar del tiempo…





Me quedé ausente entre mucha gente que me hablaba…


De pronto no entiendo,

cualquier esfuerzo ,
cualquier hecho no tiene trascendencia…



Los locos crecen como hormigas en la basura,





una tierna imagen para nombrar el fin…

martes, julio 10, 2007

Mandrillus sphinx



al mandril de la ciudad



Aquella tarde,


nacida y muerta aquel día,


invité a cuanto mandril conozco


a mi casa;



a los unos y a los otros,


a los de aquí y los de allá…



los muy desalineados fueron llegando


como era de esperarse,


la gritera y los platanazos ante todo;


algunos se habían organizado para estrellar los gruesos cristales


de lo acostumbrado con fragmentos de alaridos de viejos


mandriles


ojos amarillos;


otros, los más callados,


se divertían colgados en el árbol de la hilaridad y la irreverencia


que está a la entrada de mi casa.


Los pequeños sólo veían, esperando su turno,


bebiendo de un junco de hermosura fermentada.



Algunos simios y algunos macacos se colaron a la reunión,


pero sin duda el mandril fue quien sobresalió,


hizo de la fiesta un rugido y un regocijo de nalgas rojas.



Esa, aquella tarde,


nacida y muerta aquel día,


hubo tremenda celebración,


no se pintó ninguna barda


ni se actuó ni se leyó en la calle;


no se empapeló a nadie, ni se quedaron sueltas las manos


en su casa.



Por eso cuando una trompa de colores se pasea,


a dos o cuatro puntos,


pincel en pata


o guitarra al lomo,


con la lengua atascada en la palabrería


o colgado o de maroma en maroma…


cuando eso suceda en la calle


o en algún teatro o en alguna azotea;


volteen señoras, señores volteen


que el mandril


comienza a reunirse,


comienza a expresarse


y no creo, en lo personal,


que a estas alturas


llegue ya


a detenerse


ya.