Habrá que fingir ante los demás, andarse con mentiras; jugar a ser alguien más: pordiosero, tonto, excéntrico. Habrá que hacer un enorme acto del vivir

domingo, agosto 27, 2006

Historias



No, las historias no se inventan, hay que ir afuera a robárselas a la gente o hay que sentarse a esperar que alguien te traiga una. Yo llevo tiempo buscando alguna también. Quisiera encontrarme con alguien que tenga alguna obsesión absurda o una pasión por algo que no existe. Quisiera conocer una mujer que se dedique… no sé… a visitar los bares… no sé… en busca de un bajista de blues, un bajista triste de blues, que a lo mejor tuvo la oportunidad de conocer pero que ni ella está segura de lo que realmente pasó. Tal vez un bajista con los tonos más tristes que jamás escuchó, capaz de mantener una nota triste durante un largo tiempo. Un bajista que podría pasar desapercibido en el bar; sentado en un rincón con una dilatada luz encima del sombrero, los ojos ocultos, un cigarro recargado en los labios y aquel bajo lento que le duerme entre los dedos bosteza un si bemol y se queda ahí, escuchando lentamente al baterista. Las personas del bar y sobre todo ella, no se dan cuenta de la presencia del bajista, pero tienen un presentimiento de esos que se sienten en la panza, de que existe. Como si el bajista se escondiera detrás de un telón, su sonido es lejano, escondido también. Las personas del bar no pueden dejar de voltear a sus espaldas, a sus costados como si los observaran; de pronto una nota aguda le brinca del hombro al bajo y las personas se sorprenden, se extrañan y vuelven a sus vasos. También debajo de las sillas está el bajo, como humillado, secreto. En ratos es una vibración en la coronilla, un zumbido en el paladar y un cosquilleo en las encías al mismo tiempo. ¡Tummm! se resuena el entrecejo también a veces. En un momento, cuando todos hablan, él se descuelga el bajo, lo recarga en el esqueleto de un piano y se levanta. La mujer le ve los flacos brazos, la silueta flaca y entiende que ha dejado de tocar porque siente que algo se le murió dentro. El bajista sale a la calle y ella deja su cerveza y sale a la calle pero no lo ve, regresa pregunta por él, al barman, a los meseros pero nadie sabe darle respuesta. Ella entiende que el bajista ha dejado de tocar porque algo se le murió dentro. Desde entonces se le ve por ahí, en cualquier bar, llagando, bebiéndose una cerveza y preguntando y saliendo con algo muerto adentro.