... instrucciones

(lea con desazón, piense que al final nada realmente habrá cambiado)
Seamos eternos sobre esta constelación de edificios y cuartos de hotel,
pudrámonos en la belleza que nos brinda esta apestosa tarde citadina.

No sé a dónde voy con todo esto, ni dónde inicié o en dónde me encuentro,
con tantos giros e invenciones en la cabeza , ya, de verdad, no sé.

(pierda la esperanza de encontrar algo en este texto)
A veces es mejor salir y morder la banqueta, pero hoy no,
hoy me siento a esperar con todas las narices reunidas,
miles de narices que olfatean;

es cierto, me descubro con dos infames manos que tratan de hacer todo y nunca están satisfechas.

También traigo un ramo de tubérculos encajado en el esternón,
un Dios enano en la profundidad de una pequeña gruta
de donde emerge el punto celestial
que sustenta la vida de todos los inmortales.

(deje de leer, tome un baño, diviértase)
No entiendo lo que mi cuerpo trata de explicarme.

Un piojo me camina cuello abajo,
voy y me vomito las piernas, es caliente, delgado.

Estoy cansado, lo sé;
pero no quiero irme, aún.

(¿sigue ahí?)
Algo como si fuera yo, huele mal, no lo entiendo.

Me entristece rendirme tan pronto, he sido tan débil, (¡grite entonces!)
tan poco ambicioso…
tan…
confundido.