Habrá que fingir ante los demás, andarse con mentiras; jugar a ser alguien más: pordiosero, tonto, excéntrico. Habrá que hacer un enorme acto del vivir

jueves, enero 18, 2007

Diez años más tarde (cuento secuencial)


















Un hombre sentado observa a otro hombre tirarse de un edificio. Éste se levanta, camina hacia la orilla y un hombre sentado lo observa tirarse del edificio. Éste se levanta, camina hacia la orilla y un hombre sentado lo observa tirarse del edificio. Éste se levanta, camina hacia la orilla…

En incontables pedazos se rompió el jarrón azul que la mujer le lanzó antes de irse de la casa con la intención de no volver. Pero le habían dolido más la palabra fracasado y la mirada última de su hijo, que las mismas astillas que se le encajaron en el pie izquierdo cuando retrocedió para sentarse en el sillón de siempre.

Un hombre de 85 kilos tarda 5.53 segundos en caer de un edificio de 150 metros. Es decir, tiempo suficiente para hacer el recuento de su vida y volver a encontrarse con el rostro destrozado de su abuelo, una nota mal escrita y el terrible olor a pólvora que llenaba el granero, los gritos de la abuela y su padre corriendo, pidiendo ayuda, tomando trapos, cubetas y una soga, misma con la cual intentaría suicidarse diez años más tarde.

Las luces de un carro negro que daban la vuelta y parecían echársele encima le hicieron pensar que alguien lo seguía. Las luces indiferentes siguieron de frente, volvieron a girar y él giró también hacia la derecha. Las luces, ya sin que él se diera cuenta, repitieron la maniobra mientras él repetía el camino rumbo al que solía ser su trabajo. Durante quince años recorrí estas calles pero no lo haré de nuevo, dijo. Entró por la puerta giratoria.




Un hombre de 85 kilos tarda 5.53 segundos en caer de un edificio de 150 metros. Es decir, tiempo suficiente para hacer el recuento de su vida y volver a irse con su abuela a vender ropa al mercado, entre puestos de verduras, pescados y el perfumero, mismo con quien su madre terminaría acostándose por dinero diez años más tarde.

El tán de las doce del día lo despertó haciéndole ver que nuevamente no había cumplido con su promesa de salir a buscar un empleo. De todas formas lo que ya una vez le había costado tanto trabajo sería imposible restaurar con una levantada temprano, como sino lo supiera ella, dijo. Se sentó en el sillón de siempre a esperarla.

Un hombre de 85 kilos tarda 5.53 segundos en caer de un edificio de 150 metros. Es decir, tiempo suficiente para hacer el recuento de su vida y volver a enterarse que su cadena de almacenes de ropa ha sido clausurada por el lavado de dinero que a nombre de los almacenes realizaba uno de sus socios, mismo que contrataría a su hijo para traficar mercancía diez años más tarde.

De reojo alcanzó a ver los incontables pedazos azules y su sillón de siempre cuando pasó por la ventana rumbo a las oficinas donde solía trabajar. Pero traía la cabeza tan llena de frases para escribir una nota que no puso atención a tan desastrosa imagen.

Un hombre de 85 kilos tarda 5.53 segundos en caer de un edificio de 150 metros. Es decir, tiempo suficiente para hacer el recuento de su vida y volver a decepcionarse de su padre que no fue bueno ni para hacer un nudo en su cuello cuando perdió todo su dinero a causa del juego, y del padre de su padre que antes de darse un balazo fue incapaz de hacer una nota bien escrita con la cual mi abuela pudiera comprobar que le quedaba de herencia la hacienda, misma que haría ricos a los otros hijos y a la otra mujer de mi abuelo diez años más tarde.

Fue la mirada última del hijo lo que hizo que antes de saltar titubeara y apretara con fuerza la hoja que su mano derecha había escrito, doblado y guardado. Fue el mismo hijo el que guardó la misma hoja y quien se llevó a su casa el mismo sillón de siempre.

Un hombre de 85 kilos tarda 5.53 segundos en caer de un edificio de 150 metros. Es decir, tiempo suficiente para hacer el recuento de su vida y volver a preguntarse por qué está ahí, apretar el papel que lleva en la mano derecha, ver su fracaso y el de los suyos, convencerse de que se encuentra en el lugar correcto y pedir que ojala su hijo no siga los pasos de su padre diez años más tarde.

Un hombre sentado observa a otro hombre tirarse de un edificio. Éste se levanta, camina hacia la orilla y un hombre sentado lo observa tirarse del edificio. Éste se levanta, camina hacia la orilla y un hombre sentado lo observa tirarse del edificio. Éste se levanta, camina hacia la orilla…